Después de parar en el pueblo de l'Ordal a comprar "coca de forner" llegamos a Pontons sobre las 8 de la mañana para empezar a caminar por la ruta que teníamos proyectada.
Las consabidas brumas matinales que casi simpre divisamos en nuestros recorridos.
Ermita de Sant Juan de la Muntanya.
Preciosas vistas en un lugar recóndito de nuestra geografía.
Comenzamos el descenso por la ruta marcada.
Como ya hemos comentado otras veces algunas setas son comestibles, solo una vez.
Els Fredolics si son comestibles a la vez que tienen buen sabor.
La Font de Sant Juan, no resultó ser lo que nos esperabamos.
Vemos la ermita allá en lo alto, con un rebaño de ovejas que al pasar cerca se asustaron.
Cuando sonaron nuestras tripas decidimos hacer un suculento bocado.
Y con la barriga llena, se esboza una acuarela mucho más placenteramente.
Aunque por temperatura no pareciera Diciembre, los colores si que nos decían la época del año.
Llegamos al mas de Pontons, lugar pintoresco por sus torres de defensa y austeridad constructiva.
Un sapito despistado, al que no le dimos ningún beso por si acaso, pero que sí apartamos de la carretera, para que no lo pisara ningún vehiculo, se cruzó en nuestro camino.
La electricidad llegó a La Pollina.
Mucha parte del recorrido nos acompaño el sonido del riachuelo, que en ésta ocasión no nos tuvimos que mojar para cruzarlo.
A mediodía nos encontramos con la bucólica estampa de Pontons.
Éste es el apunte de acuarela que resultó de Pontons.
¡Hasta la próxima!
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